Ya no se lee, o eso dicen. Al parecer se lee, pero se lee diferente, en otros soportes que quedan ya muy lejos del libro tradicional, que sujetas entre las manos, cuyas páginas puedes oler, escribir, doblar...personalizar. ¿Ya no se lee? Quiero que mis alumnos/as lean, pero sobre todo quiero que disfruten con lo que están leyendo. ¿Eso significa que tengamos que eliminar del curriculum todos los libros de Literatura Clásica y acoger todos los best seller o noveluchas de moda pasajera que proporcionan información sobre cómo pertenecer oficialmente a una tribu urbana?
Quiero extrapolar en mis clases la literatura, y que los alumnos/as no vean personajes anticuados y contextos que no les sugieran nada. Quiero que se vean a través de ellos y ellas y que analicen el mundo de entonces y el de ahora. ¿A caso es tan diferente?
Quiero que se descubran, que hagan un largo viaje por sus propias venas hasta las entrañas y que lleguen al aula y tengan algo que decir, pero no algo banal y que olvidarán mañana o pasado, sino algo visceral.
No quiero dar una clase magistral, con datos, nombres, y conceptos que no tengan sentido para ellos/as. Quiero que se metan de lleno en la Literatura y que se abran en canal. Que no sea solo Literatura, que sea ética, psicología, filosofía...
En este máster he descubierto una cosa que me encanta y sobre todo, que me encantaría que hubieran utilizado conmigo: la tertulia literaria. Quiero que mis alumnos/as tengan voz y no sean papagayos que reproduzcan lo que yo les digo que está escrito, sino que negociemos el significado de todo. Quiero guiarles para hacerles ver que su percepción de la realidad y de lo que leen es tan múltiple y divergente como ellos/as mismos, pero que no todo vale.
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